Capítulo 5
Exilio, la deuda pendiente
El exilio supone la separación de una persona de la tierra en la que vive. Y en Colombia, miles de personas abandonaron el país en el contexto del conflicto armado y la violencia sociopolítica, en busca de seguridad, protección y refugio.
Según el informe Exilio colombiano. Huellas del conflicto armado más allá de las fronteras, del Centro Nacional de Memoria Histórica de Colombia (CNMH), se estima que el conflicto armado en Colombia obligó a cerca de 400.000 personas a salir del país entre 2000 y 2012, cuando la violencia se recrudeció. Sin embargo, no existen cifras exactas, podrían ser muchas más. El exilio ha sido sistemáticamente invisibilizado y es una de las grandes deudas en el esclarecimiento de la verdad del conflicto armado y la violencia generalizada.
Sin embargo, gracias al trabajo de las organizaciones de la diáspora colombiana, se ha conseguido integrar los relatos de las personas exiliadas en el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición. De hecho, en el capítulo La Colombia fuera de Colombia, del Informe Final de la Comisión de la Verdad (CEV), se recogieron 2.080 testimonios en 24 países, reconociendo la cifra de más de un millón de personas las que se vieron forzadas a dejar el país a causa del conflicto armado. Esta cifra revela que el exilio es, en número, la segunda violencia del país, después del desplazamiento interno. A pesar de ello, no existe un reconocimiento normativo e institucional en las leyes de víctimas y restitución de tierras.
Un conflicto donde varios actores tuvieron responsabilidad en los hechos que provocaron la salida al exilio: grupos paramilitares, guerrillas, fuerza pública y organismos del Estado. Además de la responsabilidad estatal, en cuanto al incumplimiento de sus obligaciones de protección e investigación de los hechos.
En este capítulo, se aborda el exilio forzado de quienes su vida se vio amenazada por el trabajo que realizaban en la defensa de los derechos humanos. ¿Cómo se reconstruye la vida y el tejido social en el exterior? ¿Cómo se curan las heridas del conflicto desde la distancia?
En el Informe de la CEV, se destaca que las estadísticas oficiales de la Unidad de Víctimas señalan que solo a partir de 1985 y hasta 2021 hubo más de nueve millones de víctimas del conflicto armado interno, de las cuales la mayoría de personas que tuvieron que huir del país no están incluidas. Esto demuestra que el exilio es invisible, no solo por el subregistro, sino también por el no reconocimiento como una violación a los derechos humanos en sí misma.
Y como invisibles han sido las personas que desde el exterior intentaban construir una vida, un tejido social y continuar la labor por Colombia fuera de Colombia. Para Betty Puerto, defensora de los derechos humanos y refugiada política en España, el exilio es una ruptura del alma, una extrañeza total que se vive diariamente, la soledad de un cuerpo que no encuentra el lugar del alma, porque el alma no está en el lugar de destino, sino en el de origen. Ella se vio forzada a salir de Colombia, dejando atrás a sus dos hijos y su familia en el año 2005, debido a las amenazas por su trabajo denunciando las violaciones a los derechos humanos de los grupos paramilitares en el Magdalena Medio desde la Organización Femenina Popular y el Programa Somos Defensores.
Para la lideresa, el exilio es partir de cero. Y es que implica perder todo lo que le permite a una persona ser quien es, para convertirse en una nueva identidad bajo la etiqueta de refugiada, asilada, inmigrante o extranjera. Pero no solo afecta a quienes se fueron, sino a quienes quedaron, a las familias incompletas. Es lo que se define como ‘insilio’, la experiencia de las que permanecen, como lo explica Puerto en este artículo.
BETTY PUERTO

"Las personas colombianas, en remesas económicas, mantienen el segundo lugar de la económia del país"
Al igual que Puerto, Leonora Castaño también tuvo que salir de Colombia de manera forzada hacia España. Ella lo hizo con su familia, acogida por el programa de Amnistía Internacional en el año 2003, cuando era presidenta de la organización ANMUCIC (Asociación Nacional de Mujeres Campesinas, Negras e Indígenas de Colombia). Desde Alicante, cuenta lo difícil que es el exilio, la depresión que causa el no poder volver a Colombia, la precariedad y el desasosiego.
“las exiliadas pasamos mucho tiempo en los países que nos acogen… con el cuerpo aquí, pero con la mente allá” - Leonora Castaño
Pero también cómo ha sido la construcción del tejido social desde el exterior, continuando la defensa de los derechos humanos desde organizaciones como la Colectiva de Mujeres Refugiadas, Exiliadas y Migradas, y el Foro Internacional de Víctimas.
El trabajo para visibilizar el exilio como una violación a los derechos humanos y, por lo tanto, tenerlo en cuenta en los Acuerdos de Paz fue encabezado por la diáspora colombiana, por personas no solamente exiliadas, sino migradas y refugiadas colombianas que lucharon para que se escucharan las voces e historias de esa Colombia fuera de Colombia. Para muchas de ellas, el exilio fue la última opción tras sufrir otro tipo de vulneraciones, como atentados, asesinato de familiares o desplazamiento interno. Adriana Quintero vive desde 2005 en Suecia, donde llegó junto a 18 personas de su núcleo familiar tras seis desplazamientos forzados internos, y el asesinato y la desaparición de varios familiares, entre ellos su padre, quien formaba parte de la organización ASFADDES (Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos). “No había otra opción. Era salir del país o morir allá”, afirma Quintero.
Desde Europa, Quintero forma parte de varios espacios políticos como apuesta de acuerpamiento con otras personas que comparten una misma historia, entre ellos el Grupo de Familiares Europa Abya Yala de personas desaparecidas en Colombia, y en los nodos de Europa del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, concretamente en la Comisión de la Verdad y la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas.
Al igual que ella, Teresa Pérez es refugiada política en Europa desde hace más de 25 años, concretamente en Reino Unido. Llegó exiliada por las amenazas recibidas al denunciar los casos de desaparición forzada de su compañero.
“el papel de las personas exiliadas ha sido y es fundamental para mantener la memoria viva, y para denunciar en el exterior lo que ocurrió y ocurre actualmente en Colombia” - Adriana Quintero
TERESA PÉREZ

"Nosotras como exiliadas y exiliados tenemos un papel muy importante de informar a nivel internacional lo que pasa en nuestro país"
Exilio y presente
La firma de los Acuerdos de Paz no trajo consigo la finalización de las violencias en Colombia, ni mucho menos el fin del exilio, la migración o el refugio. Sin embargo, las causas siguen siendo invisibilizadas con el pretexto de que después del Acuerdo, Colombia ya está en paz. Según ACNUR en su informe de 2021, hay 197.000 personas refugiadas y solicitantes de asilo colombianas en todo el mundo. Si nos centramos en España, según la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), las solicitudes de asilo de personas colombianas ascendieron a 11.567. Cerca del 90% fueron desestimadas. De hecho, según el Informe 2022: Las personas refugiadas en España y Europa (con datos de 2021), solamente se han dictado 1.169 resoluciones de estatuto del refugiado, con una tasa de protección del 6%.
El perfil de protección en Colombia, tal y como destaca el informe, es de violencia de género, liderazgos comunales y personas defensoras de los derechos humanos en contextos regionales.
Uno de los hechos que desencadenó la huida forzada actual de colombianas y colombianos fue el Paro Nacional de 2021, donde miles de personas, especialmente jóvenes, salieron a las calles para reclamar por los derechos básicos de toda la población, rechazar el asesinato de liderazgos sociales y el cumplimiento de los Acuerdos de Paz, entre otras cuestiones. Muchas personas fueron encarceladas, torturadas, violentadas y asesinadas, la mayoría por fuerzas estatales. Y forzadas a salir, como es el caso de Daniel Astudillo, defensor de los derechos humanos que forma parte de la Red de Derechos Humanos del Sur Occidente Colombiano Francisco Isaías Cifuentes. Lleva más de un año fuera del país y ha solicitado asilo en España debido a la persecución judicial y policial por su trabajo durante la movilización social.
Actualmente, Astudillo es la cara de este nuevo exilio, de las generaciones de jóvenes que todavía tienen que huir de la violencia en su país. Y para denunciar y visibilizar todas estas violencias que se siguen sucediendo, es importante seguir escuchando a las voces de los liderazgos colombianos en el exterior, ya sea desde plataformas propias o en conjunto con la sociedad de acogida.
María del Rosario Vázquez es la presidenta de la Taula Catalana per la Pau i els Drets Humans a Colòmbia, entidad que agrupa a más de una treintena de organizaciones que trabajan por Colombia desde Catalunya, y que desde hace más de 20 años realiza labores de denuncia, activismo y visibilización de la situación de derechos humanos en el país.
Además, Vázquez ha sido integrante del Nodo Catalunya de apoyo a la Comisión de la Verdad y está vinculada en varios procesos de construcción de paz desde la diáspora. Se reconoce como sujeta de derecho y agente de cambio en procesos de transformación colectiva, así como de iniciativas de resiliencia y resistencia junto a otras mujeres migrantes, exiliadas y refugiadas.
MARÍA DEL ROSARIO
